¿Qué puedo decir?
Como era de esperar, el grupo no tenía ganas de trabajar... así que jugamos.
Estuve poco tiempo, solo tres semanas...
La primera semana fue de primer contacto, ellos no me conocían, yo a ellos tampoco, pero pude captar la energía que emitían... salí de la clase pensando... porque lo mio es vocación, sino, no volvería a pisar una clase más, ¡en la vida! Así que planee mi plan de actuación para las próximas semanas y me llené de paciencia. Mucha paciencia.
La segunda semana mi actitud era totalmente diferente y la energía que emitían cambió (en uno de los grupos más que en otro). Les noté que estaban contentos, que tenían interés por lo que les iba a contar y que veníamos a disfrutar los unos de los otros; al principio hubo resistencia, claro, es difícil cambiar la energía, pero habían entendido la dinámica. Yo no iba allí a reñirles y amenazarles con castigos, iba a pasar un buen rato con ellos, siempre que pusieran de su parte.
La tercera semana mes esperaban con ganas de saber qué traía nuevo. Estaban con mucha más participación y entusiasmo; la resistencia era menor. Conseguimos grandes cosas.
Si hubiera esta más tiempo, esa clase hubiera cambiado, o eso me gusta pensar.
He podido aprender de esta breve experiencia, que aunque se traten de niños de 6º de primaria, siguen siendo niños. Ellos se hacen los mayores, pero donde haya un buen juego... no hay nadie que se resista.
Por muchas más experiencias nuevas.
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